Cuenta
una leyenda que, en tiempos en que los musulmanes sometían
la Península Ibérica, aunque poco a poco su dominio menguaba por la Reconquista cristiana, existía un reino taifa cuya
capital era Niebla, ciudad que era gobernada por un reyezuelo. Éste tenía
varios hijos que eran muy bien mirados por la sociedad de la época por ser
educados y por la buena relación que tenían con sus súbditos.
Sin
embargo, uno de ellos, conocido como "el niño de las pecas", se enamoró
de una plebeya. Su padre, el reyezuelo de Niebla, se enteró y quiso que su hijo
dejara esta relación ya que su estatus social no le podía permitir tener una
relación ni, por supuesto, casarse
con una mujer inferior en la escala social que su hijo.
A pesar
de esto, el hijo se enamoró de ella y no dejaba de cortejarla. El padre, ante las noticias llegadas de varios consejeros que le
informaban de la actitud de su hijo y de que éste
no dejaba a la plebeya, habló con su hijo y le dijo que, o dejaba a esa mujer, o tendría que adoptar una actitud más hostil con él, amenazando con encerrarlo en una de las fortalezas que
jalonaban su territorio si no le
obedecía. Sin embargo, él no
se amilanó y no dejó de verla.
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"El niño de las pecas" detenido por la guardia fue trasladado a la torre fortaleza. Dibujo de Lucía Díaz Márquez. |