Con este título escribía, Antonio Jacobo del Barco, en forma de misiva, sus reflexiones sobre el terremoto de Lisboa acontecido en el día de Todos los Santos del año 1755. Comenzó a escribirla el 21 de abril de 1756, terminándola el 25 de mayo del mismo año.
Las reflexiones sobre el terremoto de Lisboa de 1755 fue publicado en los Discursos Mercuriales. Foto: Huelva Buenas Noticias |
El llamado "Terremoto de Lisboa" ocasionó en el pensamiento de aquella época un debate en distintos campos, ya fuera filosófico, religioso, social, político o religioso. Cambió la mentalidad, en la España ilustrada se iba saliendo de concepciones del pensamiento escolástico aunque todavía la visión de la ortodoxia cristiana era la imperante. Sin embargo, en aquellos años ya existía una minoría que para ellos la razón y la observación eran fundamentales para explicar hechos acontecidos en la naturaleza.
Hubo tres reacciones ante este terremoto; la primera era informar sobre lo acontecido; la segunda fue demandar clemencia ante Dios y la última explicar de una manera convincente y racional las causas del temblor.
Hubo autores del momento que explicaban que el seísmo era un castigo o ira de Dios por la culpa de las obras del hombre contra la voluntad divina, esta idea era promulgada por los llamados "providencialistas". José Cevallos, otro autor de aquellos años, defendía que los temblores de tierra no eran señas de la indignación de Dios sino que serían enteramente naturales. El Padre Benito Jerónimo Feijoo, contrario a toda idea de castigo de Dios, lanzó la hipótesis de una gran explosión subterránea, ésta era motivada por el cúmulo de materia eléctrica que estaba amontonada a gran profundidad.
Benito Jerónimo Feijoo dio como explicación del seísmo de Lisboa de 1755 a cuestiones eléctricas. Foto: filosofia.org |
Antonio Jacobo del Barco explica las causas del seísmo a partir de postulados racionalistas, estos eran consecuencia de causas naturales, aunque no escapaba de sus plegarias y ruegos a Dios. Según nos cuenta, el temblor duró unos siete u ocho minutos. Para él, el mundo subterráneo tenían grandes cavidades que estaban repletas de materiales inflamables y que al ser agitadas por el aire se mezclaban fermentándose, creciendo así la temperatura ocasionando una explosión que era la causante de los terremotos. Explicaba que hubo poca mortandad porque el seísmo provocó dos movimientos, el primero que estremecía los edificios y otro posterior más virulento que fue el que ocasionó los mayores desastres, entre medio de ambos, las personas les dio tiempo de salir de sus casas y salir indemnes.
Mapa topográfico de Huelva realizado el mismo año del conocido terremoto de Lisboa, en 1755. En este mapa, en su parte inferior, se puede ver San Juan del Puerto. Foto: Huelva Buenas Noticias |
Para del Barco, la tierra no era homogénea por su composición, con arreglo a los materiales, el terremoto podía causar grandes estragos en algunos lugares, sin embargo en otros no fue sentido por sus moradores. Otros factores que podían incidir en su intensidad eran las aguas subterráneas, los fuegos interiores de la tierra y las ruinas que habían arruinado las cavernas subterráneas por otros terremotos anteriores. Explica también, que el sismo se dio en muchos países porque la pólvora estaba en una gran cavidad o canal subterráneo que comunicaba distintos lugares alejados entre sí, entre ellos Lisboa con Roma.
Una hipótesis planteada por Jacobo del Barco es que el terremoto se inició en el "océano Occidental" cerca de las costas del norte de África que en Portugal. Otra suposición fue que el temblor ocasionó que se levantara y bajara alternativamente el fondo del mar, este proceso explicaba el resultado de los maremotos o tsunamis.
El terremoto de Lisboa cambió el pensamiento del momento intentando dar explicación racional a los hechos acontecidos en la naturaleza. Uno de los pensadores fue Antonio Jacobo del Barco, en su obra sobre el seísmo explica, a través de sus "congeturas", se pronuncia y da su opinión de las causas del gran temblor de 1755 en el que el autor fue testigo presencial de este acontecimiento natural.
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