Este convento fue fundado en 1529 a instancia de Juana Lucero por escritura dada el 9 de septiembre de ese año. Para ello, la donante daba 6000 cepas de viñas y algunas deudas otorgadas. El convento se dividía en dos partes, la primera donde vivían y hacían su vida cotidiana los frailes y la otra la iglesia conventual.
Casi un siglo después, en concreto el 19 de mayo de 1623, y tras la petición de Fray Luis de Ojeda de dos varas de terreno de la plaza para poder construir de nueva planta una iglesia, muy probablemente porque se había quedado pequeña la anterior. El cabildo municipal aprobó dicha solicitud, empezándose a construir el edificio por el maestro albañil Diego Rodríguez.
Esta iglesia de estilo barroco, planta rectangular y su interior se dividía en dos partes principales; la primera, el presbiterio, de planta cuadrada que correspondería a la cabecera, altar, cripta y capilla mayor y la segunda correspondía a la nave central, de planta rectangular, formada por cinco arcadas, con distintas capillas en las cuales estaban colocadas las imágenes de santos y vírgenes, éstas estaban situadas entre las arcadas. Habría una puerta, de madera, por la cual accedían los feligreses a la iglesia conventual para escuchar misa. Entre la iglesia y el convento existía un pequeño túnel que comunicaba estas dos zonas. Los distintos muros de la iglesia estaban decorados con pinturas. Tendría techumbre a dos aguas y en la cabecera de la iglesia estaría colocado un pequeño campanario.